MARINA RUBIO CAYUELA



REFLEXIÓN SOBRE "LA OREJA VERDE DE LA ESCUELA" de Carmen Díez Navarro


Este libro es un tesoro… te transporta a un aula de infantil llena de ideas geniales, emociones y mucha creatividad. Carmen, la autora, es una maestra de infantil que no sólo disfruta con su trabajo de educar a los más pequeños, sino que es reflexiva, creativa, crítica, sensible y una narradora maravillosa. Además es una autora muy prolifera, La Oreja verde de la escuela es sólo uno de los muchos libros que ha publicado sobre sus experiencias en las aulas de infantil.


Todo el libro es fascinante, pero para hacer aquí una pequeña reflexión he elegido un pequeño apartado titulado Pisando tierra. En él, Carmen reflexiona sobre la idoneidad de los muy diversos soportes, instrumentos y técnicas para favorecer o facilitar la expresión gráfica del niñx, y reivindica apasionadamente el soporte que ella denomina soporte madre: LA TIERRA.
La tierra permite mil ensayos y errores, es dura, es fina, es gruesa, en suave, es arcilla, es arena, es barro. Carmen la describe como el soporte sumiso y humilde, el de toda la vida.
Sin embargo, cada vez hay menos tierra en los patios de los colegios, en los parques, en las vidas de los niñxs. La autora nos remite a una frase de Decroly: “Mirad lo que hay en los bolsillos de un niño, y sabréis lo que le interesa”. En los bolsillos y en los zapatos siempre hay arena, cuando tienen acceso a ella, claro está. La arena es un recurso natural que todos los niñxs deberían tener a su disposición para experimentar, dibujar, amontonar, espolvorear, vaciar, llenar, dejar huellas, hacer montañas, castillos, enterrarse, hacer mandalas, hacer sus siluetas…
Me despierta un mundo de sensaciones una de las frases de Carmen en este apartado que dice: “No, no es casual que el niño encuentre en la tierra cobijo y acomodo, tanto para la elaboración de los conflictos propios de su momento evolutivo como para las necesidades de desfogue, de agresión, de vertido de energías varias”.
Este pensamiento de Carmen me remite a algunas sensaciones del trabajo que hemos hecho en clase utilizando elementos naturales (comida, ramas, piedras, flores) como los mandalas, el collage con comida, “Lo importante”... El contacto con esos recursos de la naturaleza, casi siempre disponibles (aunque en las grandes ciudades cada vez es más difícil encontrarlos), tiene un efecto sanador; el contacto con la tierra, con el bosque, con el agua tiene ese poder de cargarte de energías renovadas.
Cuando hice el trabajo de “Lo importante” elegí una imagen de mi huerto: una lechuga con una mariquita, y la titulé: “NO DEJAR NUNCA DE ASOMBRARME ANTE LA VIDA. El asombro ante la maravilla de que empiecen a llegar las mariquitas a mi huerto y se coman los pulgones”.
Gracias al huerto, he vuelto a jugar con la tierra, y ello me ha permitido además reconocer como parte de la naturaleza, algo que yo creo que de niñxs tienen claro y que vamos olvidando a medida que nos hacemos adultos. Po eso como dice Carmen “no es casual que el niño encuentre en la tierra cobijo y acomodo” como tampoco es casual que surjan de debajo del asfalto huertos y espacios verdes donde volver a la infancia, al contacto con la tierra, con nuestro primer juguete, fuente de placer, soporte madre que dice Carmen y que reivindico junto a ella.

1 comentario: