ARTE JAPONÉS
Hasegawa Tohaku es
uno de los grandes nombres de la pintura japonesa de todos los tiempos y el más
importante pintor del país durante el período Azuchi-Momoyama, junto con Kanō
Eitoku, con quien mantuvo una importante rivalidad artística. Fue el fundador
de la llamada Escuela Hasegawa de pintura, que mantuvo su importancia durante
más de dos siglos.
El díptico de los
pinos (Shorin-zu-byobu) es la obra más famosa de Tohaku, y una de las pinturas
japonesas más conocidas dentro y fuera de Japón, donde han sido declaradas
Tesoro Nacional. La influencia de Sesshü Toyo y
su uso libre de la tinta es evidente en este díptico, considerada una de las
primeras pinturas de la historia que representan únicamente árboles como
protagonistas absolutos de la composición. Tan solo en un extremo del panel de
la izquierda parece asomar débilmente la cumbre de una montaña.
Aunque la obra es bella ya
a primera vista, para apreciarla en su totalidad deberíamos comprender el
concepto japonés del Ma, palabra sin equivalente en los idiomas occidentales,
que hace referencia al espacio vacío o el espacio negativo. En palabras del
filósofo taoísta Lao Tse, “Los muros y las puertas dan forma a una casa, pero
el espacio dentro de ellos es la esencia de la casa”. En el Shorin-zu-byobu,
las siluetas de los pinos dan forma al paisaje. El vacío es el paisaje.
Katsushika Hokusai,
conocido simplemente como Hokusai fue
un pintos y
grabador japones,
adscrito a la escuela Ukiyo-e del periodo Edo.
Es uno de los principales artistas de esta escuela conocida como «pinturas del
mundo flotante». También es conocido por la diversidad de nombres que
utilizó a lo largo de su carrera profesional, Shunro, Sori, Kako, Taito,
Gakyonjin, Iitsu y Manji.
Fue autor de
una obra inmensa y variada. Por ejemplo, en el Hokusai Manga muestra
la vida diaria de su población, con una gran exactitud y sentido del humor.
Realizó
grabados de paisajes, las Treinta y seis visitas del monte Fuji y
las Cien vistas del monte Fuji que reflejan en parte una
fijación personal con el Monte Fuji.
Fueron obras de esta serie, La gran ola de Kanagawa y Fuji
en días claros, las que aseguraron la fama de Hokusai, tanto dentro del
Japón como en el extranjero.
A mediados del
siglo XIX sus grabados, así como los de otros artistas japoneses, llegaron a
París. Allí eran coleccionados, especialmente por parte de artistas imporesionistas de
la talla de Vicent Van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas y Henri de Touluse-Lautrec, cuya
obra denota una profunda influencia de los grabados mencionados.
Murakami,
nacido en 1962, es un artista japonés cuyos trabajos están inspirados en los
comics y en la animación. Para muchos, sus flores sonrientes, sus rubias de
ojos grandes sus champiñones de vivos colores no son más que un compendio
kitsch, mientras otros se mueren por comprar sus obras. No olvidemos que en
mayo de 2008, "My Lonesome Cowboy", una escultura de Murakami en la
que aparece un joven masturbándose, se vendió en la Galería Sotheby's de Nueva
York por la escalofriante cantidad de 15,2 millones de dólares.
Murakami considera que la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial ha
inclinado en la sociedad nipona un gusto por lo infantil, incapaz de enfrentar
la realidad y que hace que sus obras tengan tanto éxito.
Murakami ha
prescindido de sus obras más polémicas como la "Eyaculación del
Joven", lo que está presente sobre todo es el típico estilo manga y
pokemon, pero en tres dimensiones, el motivo más repetido las flores sonrientes
en moqueta, en lámparas, en bolas con todo tipo de colores primarios, luego La
"Camarera de Grandes Pechos" y piernas esqueléticas. No podía faltar
su galería de monstruos y quimeras todas infantiles, benevolentes, siempre
triviales, concebidas por Murakami y ejecutadas por los doscientos obreros
especializados de su taller.